sábado, 17 de agosto de 2013

El amor y el desamor

- Necesito escribir -dijo mirando al vacío desde la ventana- Lo necesito... Necesito expresar la rabia, el dolor, la frustración, la desesperación y también el amor y la belleza y la nostalgia y el miedo. Y esta vez no necesito público.

- ¡Pues hazlo de una vez! -contesté indignado-. Deja de mirarte el ombligo del que dices que sale tu inspiración, enciende el portátil y ponte a ello... No paras de decir lo que quieres hacer y nunca haces nada.

Me miró sorprendida, no creo que esperara esa reacción de mi parte. Estaba harto de ver la vida triste que llevaba y ansiaba volver a vislumbrar esa chispa en sus ojos que denotaba su genialidad... o la locura... o ambas cosas... Realmente se había perdido en sí misma y no se encontraba desde hacía demasiado tiempo. Subsistía entre su angustia y la ansiedad engordaba su deprimida vida.

Se marchó a la otra habitación y me hizo caso. Encendió el ordenador y se puso a teclear febrilmente, como si fuera a morir mañana y necesitara dejar constancia de todas sus emociones esa misma noche.

Me fui a dormir satisfecho y al amanecer la encontré sentada en el suelo leyendo los folios, todavía calientes, recién impresos.

- Quiero que leas esto en voz alta -dijo mientras me tendía las hojas-.
- ¿No decías que no querías público, que querías escribir para ti?.
- Tú no eres un lector más, eres mi yo lector, mi crítica y mi adulación...
- No pienso adularte, ni criticarte, lo leeré pero no diré nada. 

Comencé en voz baja pero poco a poco, sin querer,  fuí subiendo el tono.

"Me mira pero no me ve,
me ama pero no me siente,
no me entiende ni quiere,
por miedo a perderme
otra vez, siempre."

Así comenzaba, con una especie de poema, y seguía...

"Tengo algo que decirte y no se como hacerlo, estas letras no serán leídas por nadie más que tú, espero que rompas los folios, tendrás ganas de hacerlo, o eso creo...

Sé que soy egoísta e insensata. Que me amparo en mi problema para exculpar mi desidia, a veces, o mis excesos, en otras ocasiones. Que no hago nada más que dejar pasar el tiempo sin poner remedio, o poniendo el mínimo esfuerzo en recuperar lo que alguna vez fuimos. 

Pero eso no te da derecho a ignorarme. Pasé de ser tu espíritu a ser tu atadura. De ser tu centro a ser sólo un anexo. Me amas y odias a partes iguales... Me entiendes y a la vez te desentiendes...

Dejamos de pensar en el otro para dedicarnos a pensar en lo infelices que éramos. Y dejamos pasar el tiempo agonizando en nuestra angustia.

Han pasado los años y se puede decir que hemos mejorado como personas, pero como pareja no hemos evolucionado por el mismo camino.

En ocasiones poníamos  parches a las crisis más explosivas con Te Quieros o Te necesito o No soy nada sin tí, pero otras veces nos estancábamos en nuestras miserias pasadas y el rencor no nos dejaba terminar de reconciliarnos.

Tememos hablar de nosotros por miedo a volver a enfadarnos y seguir echándonos en cara nuestros múltiples errores.

Llegados a este punto prefiero terminar de una vez antes de que lleguemos a odiarnos y que salgamos de esta situación que no nos hace ningún bien.
Perdona por todo el daño que te he hecho, yo intentaré perdonar el que recibí.
Deseo que algún día pueda recordar con cariño lo felices que una vez fuimos y morir sabiendo que estuvimos unidos por un amor profundo e intenso.

Lo esperaba, después de una radiografía tan encarnizadamente cruel y amarga de nuestra relación imaginaba ese final.

E hice lo que le había dicho en un principio, ni adulaciones ni críticas... Simplemente le dí un beso en los labios e hice la maleta.


Fin