Los humanos nos diferenciamos de los animales básicamente en que estamos dotados de conciencia, del conocimiento sobre nosotros mismos, sobre nuestra existencia y nuestra relación en el mundo.
Tenemos el poder de cambiarlo y amoldarlo a nuestras necesidades pero no lo hacemos y globalizamos nuestras mentes porque nos aterra la soledad.
Nos creemos libres de pensamiento y no lo somos porque no tenemos libertad de elección.
Coartamos la individualidad desde la niñez educándonos por edades en fábricas productoras de estereotipos.
Premiamos la sumisión y castigamos la identidad. Consideramos enferma una mente brillante y apagamos con fármacos las más resistentes.
Coartamos la individualidad desde la niñez educándonos por edades en fábricas productoras de estereotipos.
Premiamos la sumisión y castigamos la identidad. Consideramos enferma una mente brillante y apagamos con fármacos las más resistentes.
Si surge un movimiento que vaya en contra del orden establecido, lo etiquetamos con insultos y creamos un cerco que impida la contaminación del resto. Fuera del cerco lanzamos bombas de rumores que alimenten el desprecio. Dentro del cerco aislamos los ejemplares y les vacunamos con soledad.
Vendamos nuestros ojos para no ver las injusticias y miramos hacia otro lado para evitar contagiarnos de empatía
Nacemos únicos, extraordinarios.
Morimos ordinarios, cobardes, corrientes.